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  • Foto del escritorDr. Gilberto Reyes

¿Tienes reflujo? ¡Ten cuidado!

¿Te imaginas ver un gran pedazo de alfombra roja pegado en el techo de tu cuarto?

¿No sería nada normal verdad?


Pues algo similar sucede cuando una persona padece esófago de Barrett.





Las superficies de nuestro cuerpo son muy diferentes de acuerdo con la función que realizan. Por ejemplo la planta de nuestros pies es muy diferente a la piel de los genitales o bien los labios y el interior de la boca tienen un revestimiento diferente al que tienen tus ojos. Esto revestimientos se llaman epitelios y son las estructuras con las que tu cuerpo protege la superficies de contacto con el mundo exterior.


Al interior de tu cuerpo los órganos del aparato digestivo también tienen diferentes epitelios o revestimientos.


El epitelio del esófago es rosa y liso de forma normal.

El epitelio del estómago es naranja y muy resistente al ácido.

El epitelio del intestino delgado es amarillento y de apariencia aterciopelada.


Cuando una persona padece reflujo el ácido proveniente del estómago quema el esófago produciendo inflamación, erosiones y úlceras, a esto se le llama esofagitis.


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Si el reflujo es controlado, la esofagitis sanará y el esófago volverá a su estado normal.

Si el reflujo continua durante más tiempo la esofagitis será crónica y más difícil de curar, entonces el cuerpo tratará de defenderse del ataque continuo del ácido cambiando el epitelio o revestimiento habitual del esófago por un epitelio igual al del intestino delgado.

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Técnicamente a esto se le llama metaplasia intestinal debido a que el epitelio intestinal está más allá del lugar donde le corresponde estar. En este caso el epitelio intestinal está en el esófago. Éste hallazgo fue descrito por primera vez en el año 1957 por el médico australiano Norman Barrett y por ello a la metaplasia intestinal se le denomina esófago de Barrett.




¿Entonces qué es el esófago de Barret? un intento del cuerpo de defenderse del reflujo crónico al cambiar el revestimiento habitual del esófago por un revestimiento igual al del intestino delgado.


Si bien esta es una adaptación del organismo para protegerse del ácido que sube cuando hay reflujo, durante la transformación del epitelio esofágico a epitelio intestinal o epitelio de Barrett se pueden producir algunas alteraciones genéticas en las células que se están instalando en el esófago y esto puede dar origen a uno de los principales tipos de cáncer de esófago, el adenocarcinoma esofágico.


El tiempo en el que el reflujo y esofagitis crónica se convierten a cáncer de esófago es muy variado de persona persona y depende de múltiples factores genéticos y ambientales, es por ello que todas las personas que padecen reflujo crónico o bien aquellos que después de haber tomado un tratamiento apropiado vuelven a tener sintomatología relacionada al reflujo gastroesofagico deben ser revisados a través de una endoscopia digestiva para descartar esofagitis, lesiones crónicas, esófago de Barrett o datos tempranos de cáncer esofágico.

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